El artículo de Kristeligt Dagblad analiza cómo los ciudadanos libaneses están recurriendo a la energía solar en busca de un suministro eléctrico fiable. Sin embargo, esta no es una solución sostenible a los problemas del país.
La energía solar está ganando popularidad en el Líbano, no debido a preocupaciones ambientales, sino debido al poco confiable suministro eléctrico estatal caracterizado por largos cortes diarios de energía y el aumento de los precios del combustible.
El sol brilla intensamente en el cielo, y en un tejado del distrito Barbour de Beirut, la capital del Líbano, seis grandes paneles solares absorben con entusiasmo sus rayos. El calor solar se transporta mediante cables hasta el cuarto piso, donde un inversor lo convierte en electricidad, que se almacena en dos baterías.
El sistema de paneles solares pertenece a Karim Hakim, de 33 años. Los paneles, instalados hace un año, producen suficiente electricidad para satisfacer sus necesidades la mayor parte del tiempo. Aunque le preocupa el clima, la sostenibilidad no fue el factor decisivo en su decisión.
"Se trata de comodidad: con los paneles solares siempre tengo energía", dice mientras sirve café turco fuerte en tazas pequeñas y ofrece dátiles y nueces en su balcón a la sombra.
Karim Hakim está lejos de ser el único libanés que recurre a la energía solar para obtener un suministro energético estable. Con 300 días de sol al año, el país mediterráneo es ideal para esta forma sostenible de energía, pero el interés tardó en cundir. A pesar de que la compañía eléctrica nacional, EDL, es conocida por su suministro crónicamente inestable y costoso, los libaneses se las arreglaron con generadores que funcionan con diésel.
Esto cambió en 2019, cuando el Líbano se vio afectado por una grave crisis económica.
En primer lugar, la escasez de combustible generó largas colas en las gasolineras. Luego, el gobierno eliminó los subsidios, poniendo fin a las colas pero provocando que los precios se dispararan: hace un año, 20 litros de gasolina costaban entre 40 y 45.000 libras libanesas (entre 190 y 200 coronas danesas), mientras que hoy cuestan más de 600.000 libras (2.840 coronas danesas), una quinta parte del salario mínimo.
Karim Hakim, de 33 años, está lejos de ser el único libanés que ha invertido en paneles solares en busca de un suministro eléctrico estable. Últimamente los ha visto aparecer cada vez más en los tejados de las propiedades vecinas. Foto: Gerd Kieffer-Døssing
La consecuencia es que la gente ya no puede permitirse el lujo de utilizar sus generadores. Y como el suministro de EDL es tan escaso que en muchos lugares sólo hay electricidad durante una hora al día, la gente simplemente vive sin ella.
La respuesta para cada vez más, como Karim Hakim, ha estado justo al otro lado de su ventana.
Si tienes dinero, puedes conseguirlo.
En los últimos años, el Líbano ha experimentado un verdadero auge de la energía solar. Las cifras de LCEC –organización para la energía y el agua verdes que asesora al gobierno en este ámbito– muestran que la capacidad total de energía solar instalada en el país creció de sólo 0,33 megavatios en 2010 a casi 90 megavatios en 2020.
"Durante años hemos estado presionando para promover la energía solar, pero sólo unos pocos dieron el paso. Ahora hay una necesidad real, ya que la gente ya no tiene un suministro de energía fiable", afirma Reem Irany, director de proyectos de LCEC.
Una empresa que ha sentido la creciente demanda es Me Green, establecida en el Líbano desde 2010. Me Green instala sistemas solares tanto para particulares como para empresas, y la promotora empresarial Lara El Khoury habla de una "explosión" de solicitudes. Este año, Me Green espera duplicar su base de clientes.
"La gente buscaba una solución, y el sol es gratis; nadie nos lo puede robar", dice con humor negro, refiriéndose a la élite corrupta del país, a la que el Banco Mundial culpa por el atolladero económico del Líbano.
La red eléctrica del Líbano está en pésimas condiciones, con muchos fallos y frecuentes cortes. La situación ha empeorado tanto que en algunos lugares sólo hay electricidad durante una hora al día. Foto: Gerd Kieffer-Døssing
Pero si bien el sol es gratis, los paneles solares están lejos de serlo.
El sistema de Karim Hakim le costó unas 35.000 coronas. Un gasto significativo en un país cuya moneda ha perdido más del 90 por ciento de su valor y cuya deuda en 2021 se estimó en ocasiones en el 495 por ciento del producto nacional bruto.
Varios bancos están empezando a ofrecer préstamos verdes con bajos intereses, pero esto no es suficiente, ya que el precio de los sistemas solares también se ha disparado en los últimos años.
Esto se debe en parte a los altos costos de transporte debido a la pandemia de coronavirus y en parte a la guerra en Ucrania, que ha creado una demanda creciente de energía sostenible en Europa. En total, los precios han aumentado hasta un 70 por ciento en tres años, estima Lara El Khoury.
Es necesaria una política nacional.
El auge de la energía solar también trae problemas.
Tanto Lara El Khoury como Reem Irany de LCEC informan que la industria está plagada de empresas no profesionales que han percibido ganancias rápidas y están instalando productos de baja calidad con una vida útil corta que puede poner en peligro la vida, ya que las baterías pueden incendiarse.
Y el creciente interés por los paneles solares entre el sector privado libanés no es sostenible a largo plazo. Como dijo Marc Ayoub, coordinador del Programa de Energía y Seguridad de la Universidad Americana de Beirut, al diario libanés L'Orient Today:
"La energía solar es una solución a largo plazo y no debería instalarse de la manera caótica como se hace ahora en los hogares (...) En lugar de que cada hogar instale paneles solares privados, el país debería tener una política nacional para intentar ofrecer una gran cantidad de kilovatios a áreas más grandes".
Que el Estado asuma la responsabilidad tiene sentido, pero requerirá más que una decisión política.
La red de EDL es inestable, está llena de agujeros y destrozada después de décadas de negligencia y corrupción, y por todas partes, alambres y cables eléctricos desgastados o rotos cuelgan como pesadas guirnaldas de edificios y postes. Reem Irany admite que se necesita una inyección masiva de capital desde el exterior antes de que la compañía eléctrica nacional pueda esperar entregar los productos.
"EDL tiene voluntad y capacidad técnica, pero le falta dinero", afirma.